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lunes, 8 de marzo de 2021

Se abre paso renovación en liderazgo uribista

La posibilidad de recambio y relevo dirigencial es, sin lugar a duda, una de las principales evidencias de la vocación de largo plazo de cualquier movimiento o partido político. Más aún de aquellos cuyo motor de arranque está concentrado en un reducido grupo de líderes o incluso cuando es de corte típicamente caudillista.

Foto: elheraldo.co





De El Nuevo Siglo Por El nuevo siglo

Si se analizan los últimos movimientos en el gabinete del presidente Iván Duque bien podría decirse que poco a poco el uribismo está dando muestra de una mayor estructuración y dinamismo en la materia.

Aunque hizo carrera ya en la política colombiana que la principal fortaleza, y a la vez la principal debilidad, del Centro Democrático es la dependencia de la figura, capacidad de arrastre, carisma y posicionamiento público que ostenta el expresidente Álvaro Uribe, poco a poco empieza a evidenciarse que esa colectividad tiene líneas generacionales y corrientes políticas internas que empujan con fuerza y están llegando más rápido de lo pensado a los más altos cargos de representación política.

Aunque algunos sostengan que lo que se evidencia es una apertura, en realidad lo que está ocurriendo es un proceso natural en un movimiento político que si bien comenzó con Uribe en 2002, lleva veinte años en la primera plana política, trasegando por dos partidos (La U y Centro Democrático) y poniendo cuatro de los últimos cinco mandatarios. Hay dirigentes que llevan veinte, quince, diez o cinco años en esa militancia y poco a poco comienzan a ser más visibles en cargos de representación política y gubernamental.

Relevos clave

Por ejemplo, en diciembre pasado se produjo el relevo en la cartera del Interior. La titular, Alicia Arango, quien en febrero de 2020 había llegado procedente del Ministerio de Trabajo, por fin concretó su anunciada renuncia. Desde hacía varios meses se daba por seguro su relevo y que iría a un cargo diplomático, que resultó ser la embajada de Colombia ante la ONU en Ginebra.

Reemplazar a Arango en la cartera política no era nada fácil. Uribista ‘purasangre’, mano de derecha de Uribe y pieza clave en las últimas dos campañas presidenciales, el Centro Democrático la consideraba una de sus dos cuotas directas y principales en el gabinete.

Su reemplazo resultó ser Daniel Palacios, quien se venía desempeñando como Viceministro de Relaciones Políticas. Politólogo con maestría en Harvard, ex concejal de Bogotá elegido por el Centro Democrático y ex asesor de Comando General de FF.MM, el nuevo ministro es considerado muy cercano al expresidente Uribe.

Aunque su designación causó sorpresa y en algunos círculos uribistas y de otros partidos se duda si tiene la ascendencia suficiente sobre las bancadas, en el partido de gobierno se destacó que Duque mantuvo esta cuota de representación intacta en cabeza de un uribista de línea.

No menos complicado era definir el reemplazo de la otra gran carta del uribismo en el gabinete: el titular de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, quien fuera candidato presidencial en 2014 y 2018 y se aprestaba a postularse de nuevo, pero hace dos semanas falleció víctima de complicaciones por el covid-19.

Tras un sonajero en el que figuraban uribistas ‘purasangre’ como los consejeros presidenciales Rafael Guarín y Miguel Ceballos, este martes Duque confirmó que Diego Molano, quien se venía desempeñando como Secretario del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), será el sucesor de Trujillo.

Tiene una experiencia de más de 25 años en cargos gerenciales públicos y privados. Estuvo en la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional, entre 2009 (gobierno Uribe) y 2011 (mandato Santos). También dirigió Bienestar Familiar de 2011 a 2013 y fue concejal de Bogotá de 2016 a octubre de 2019, a nombre del Centro Democrático. Incluso fue precandidato a la Alcaldía por el uribismo.

Renunciaría dos meses antes de terminar el periodo para asumir el Dapre y desde entonces se ha erigido como uno de los funcionarios más cercanos al Jefe de Estado y beligerante escudero político del Gobierno. Esto último le ha valido mucho reconocimiento en las toldas uribistas, al punto de considerarlo también un ‘purasangre’.

En ese orden de ideas, su llegada a la cartera de Defensa también es vista como una confirmación de la progresión de liderazgos y de su capacidad de alta representación del Centro Democrático, más allá de los nombres reconocidos de la bancada, de los dirigentes enviados a la diplomacia y de algunos que siguen en el ‘banco de suplentes’ (es decir fuera del Gobierno) esperando que Duque los llame a la ‘titular’, pese a que solo le faltan 19 meses de mandato.

El gabinete

Siendo claro que algunos sectores en el Centro Democrático le han tomado cierta distancia a Duque y que incluso varios dirigentes del ala más radical habían amenazado hasta con armar toldo aparte, el Presidente supo maniobrar para relevar en menos de dos meses a las dos fichas más importantes del uribismo en el gabinete. Puso a dos uribistas triple A en esas carteras, enviando un mensaje tranquilizador al partido, que no ocultó cierto nerviosismo respecto a quiénes podrían ser los reemplazos.

Sería ingenuo negar que en el Centro Democrático hay inconformismo por su representación en el gabinete y muchos altos cargos. El año pasado Fernando Ruiz llegó a Salud (marzo) y Karen Abudinen a TICs (mayo), siendo claro su origen en Cambio Radical. El conservador Wilson Ruiz fue designado para Justicia en septiembre, en reemplazo de Margarita Cabello, quien renunció al ser ternada para Procuradora General, siendo elegida con amplio respaldo del uribismo y la coalición oficialista. En Minas y Energía también se operó otro cambio, en junio, cuando a María Fernanda Suárez la reemplazó el entonces viceministro Diego Mesa, considerado de típico perfil técnico.

Y más recientemente, en diciembre, Felipe Buitrago, entonces Viceministro de Creatividad y Economía Naranja, pasó a ser titular de Cultura, en reemplazo de Carmen Vásquez, enviada a la embajada en Uruguay. Buitrago es amigo muy cercano de Duque y no se le atribuye marcado origen partidista. Igual pasa como Víctor Manuel Muñoz, nombrado este martes por Duque en el Dapre en reemplazo de Molano y quien se venía desempeñando como Consejero Presidencial para Asuntos Económicos y Transformación Digital. También es una de las personas más cercanas al Jefe de Estado.

Es más, hasta el mismo debate en torno a que se está creando una corriente duquista dentro del uribismo, revalida la tesis de que ese partido se está estructurando con vocación de largo plazo y quiere dejar atrás ese perfil típicamente caudillista.   

Cuota inicial

Es claro, entonces, que en el Centro Democrático empiezan a aparecer los relevos en liderazgos y representación, más allá de esa primera línea que ha tenido una mayor exposición política y mediática en el Congreso y las propias directivas partidistas a nivel nacional.

De hecho, tras una primera prueba en los comicios parlamentarios de 2016, cuando la lista al Senado fue por voto preferente, lo que permitió registrar algunas votaciones interesantes individuales, sin tener que depender única y exclusivamente de la de Uribe, es seguro que en las elecciones al Congreso para el próximo año también operará este mecanismo. Es allí en donde los nuevos y viejos liderazgos empiezan a competir de manera más abierta, generando una mayor estructuración y solidez de la colectividad.

También es claro que decisiones como las de ‘reclutar’ nuevos perfiles que estaban en otros partidos apuntalan el norte del uribismo de fortalecerse más allá de la figura caudillista del exmandatario, cuya imagen ha sufrido un natural desgaste, profundizado por su procesamiento judicial y su obligada renuncia al Senado en agosto pasado.

El hecho de que el excandidato a la Alcaldía Miguel Uribe Turbay, de cuna liberal y corte peñalosista, ahora vaya a integrar la lista al Senado del Centro Democrático también revalida esa intención de renovar y enriquecer perfiles, liderazgos y propuestas.

Habrá que esperar a 2022 para verificar qué otros liderazgos van asomando o confirmándose, y cuáles empiezan a marchitarse, un proceso natural en toda colectividad política que lleva dos décadas siendo motor proselitista y dirigencial.


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