Foto: semana.com |
Hablemos sobre su renuncia...
En términos técnicos es sencillo: cuando llega una nueva persona a liderar el ministerio se espera que se nos solicite a los directores y personas de libre nombramiento y remoción que presentemos unas renuncias protocolarias. En el tiempo en el que he venido trabajando, no solo en el Museo Nacional sino también en mi historia casi pareja a la del ministerio (un poco más de 20 años), fue un asunto recurrente. Lo que pasa es que en muchos casos aceptan esa renuncia porque desean hacer cambios o ajustes que consideren pertinentes. Eso fue lo que, concretamente, sucedió el día de ayer.
¿Cómo le comunicaron que su renuncia había sido aceptada?
El ministro había solicitado una cita para que le mostrara un proyecto que estaba liderando y que propuse presentar en la reunión del comité directivo. Me pidieron que estuviera un poco antes en su despacho, pero el tema no era para que él revisara lo que yo tenía previsto presentar, sino para comunicarme que haría un cambio. Su argumento fue que quieren “otros liderazgos” y no sé de qué tipo sean, eso habría que preguntárselo a él, pero fue muy claro en que la decisión sería inmediata.
¿Y usted qué piensa? ¿Qué le dijo al ministro?
Ese período se cumplió en septiembre del año anterior.
Usted dice que le quedaba muy poco tiempo para terminar su período laboral en el museo y que por eso hay una gran cantidad de interrogantes que le deja la decisión del ministro, ¿Cuáles son?
Más bien comparto algo que a él también le expresé: en la reorganización que ha venido llevando a cabo el ministerio, el Museo Nacional quedó bajo la tutela del Viceministerio de la creatividad y economía naranja, a diferencia de la Biblioteca Nacional que quedó bajo el Viceministerio de patrimonio y fomento regional. En los últimos cuatro o cinco meses del año 2020, tuve la oportunidad de trabajar directamente con el actual ministro, y lo que me sorprendió, debo reconocerlo, es que sentí mucha afinidad. Él es una persona que invita a pensar creativamente y en unos liderazgos en los que la comunicación fluya y haya mucha escucha atenta, además de que promueve que los grupos se valoren, etc. Tenía una gran confianza y me sentía muy identificado. Eso se lo dije el día de ayer y es que había tenido la esperanza de haber culminado mi carrera laboral con él como ministro. No sé si le habría parecido ya vetusta la manera en la que estábamos actuando, eso no lo puedo contestar, pero insisto en que estoy agradecido con el espacio porque creo que lo que logramos en estos cinco años, en especial con el proyecto de renovación que recibí de la anterior dirección, fue un impulso que no se había visto antes. El museo ha entrado a tener un aire fresco que responde a la realidad del país en todos sus matices y, bueno, espero que eso siga siendo respetado. Mi esperanza un poco más lejana era dejar trazada una ruta un poco más clara hacia el cumpleaños número 200 del museo, en 2023.
¿Usted comparte los temores de algunos integrantes del sector que no están de acuerdo con el discurso del actual ministro sobre la cultura y la economía naranja?
Creo que un museo como este, muy contrario al imaginario que la mayoría de gente tiene, es un lugar que está en constante transformación. El gran legado es que ahora es un museo muy dinámico que tiene un proyecto de renovación muy decidido, que además planeaba culminar con el proyecto de conmemoración del bicentenario de su fundación. Yo esperaría que eso, además de las exposiciones que este año ya están trazadas, se respeten. Así me sucedió a mí porque soy muy amigo de los procesos de continuidad y de no correr riesgos de llegar a borrar con el codo lo que se ha escrito con la mano anteriormente. Ese sería el gran deseo: que se respete el equipo de trabajo porque uno no hace cosas sin la gente, uno no piensa ni hace proyectos sin un equipo humano entusiasta, responsable, inspirador y creativo, que es el grupo de personas que tiene el Museo Nacional en este momento. Esperaría que eso sea lo que persista. Que esa imagen renovada del museo, que está ligada a la Constitución del 91, porque está basada en los principios de diversidad, multiculturalidad y reconocimiento de esto que es Colombia, se mantenga. Eso valdría la pena que sea honrado.
¿Cuál es su postura con respecto a la economía naranja y el Museo Nacional?
En la reflexión que hicimos internamente en el museo parece curioso y no tuve la oportunidad de compartirlo con el ministro, pero creemos que este espacio está muy ligado a la economía naranja. Un museo, con esa multiplicidad de responsabilidades (no solamente alberga piezas ni es un cuarto de san alejo) hoy en día tiene muchos retos, como lo que hicimos con la pandemia que fue volcarnos a la virtualidad. No lo habíamos hecho de una manera tan decidida y hoy tenemos nuestras exposiciones virtuales gracias al apoyo de la Asociación de Amigos. Mantuvimos una vigencia y una relevancia aún en los confinamientos, además de los servicios, de la oferta cultural, los conciertos, las conferencias, etc. Todo está ligado a la economía naranja. No es solo un tema de productividad o de ganancia, sino de dinámica mixta o múltiple. Es paradójico que eso no se reconozca o, bueno, tal vez será mucho más aprovechado por quien venga, pero más allá de un tema financiero, el museo tiene y ha tenido esa capacidad. Hemos sido pioneros en abrir el espectro de las posibilidades de ser sostenibles gracias a una oferta muy variada de bienes y servicios.
¿Tiene algún reparo en el desarrollo de su gestión con el Ministerio de Cultura actual o el dirigido por Carmen Inés Vásquez? ¿Le hicieron alguna solicitud sobre piezas del Museo Nacional?
No, este tipo de inquietudes las hemos resuelto de una forma muy fluida. El último caso fue que, por ejemplo, se solicitó que temporalmente se trasladara al Palacio de Nariño un retrato magnífico del expresidente Virgilio Barco. Eso se resolvió a finales del año pasado con el comodato, que es la plataforma formal para este tipo de casos. Ha habido mucho respeto en lo que adelantamos sobre la remodelación de las salas: la inclusión de temas que tienen que ver con una Colombia mucho más variada, diversa y múltiple. El Museo Nacional es un encuentro de esa realidad en la que vivimos. Debe haber mucha tranquilidad sobre el respeto que se le ha tenido al museo incluso frente a un espacio como “Fragmentos”, que fue acogido por el Museo Nacional y cobijado por el Ministerio de Cultura. Ese contra monumento de Doris Salcedo se entiende como un espacio de memoria y reflexión para honrar a las víctimas del conflicto.
Su tristeza por tener que renunciar al Museo Nacional es evidente y preguntarle por sus planes para el futuro es apresurado, pero ¿Cuál es su conclusión sobre la aceptación de su renuncia?
Creo que lo dicho, dicho está. Son cinco años que realmente fueron 20. No quiero pensar en que mi vinculación fueron los cinco años en los que fui el director porque realmente me estoy despidiendo, o me están obligando a despedirme, de una institución en la que trabajé por más de 20 años. Es un vínculo que tiene casi la misma historia del Ministerio de Cultura y no quisiera pensar que esos temores de Gabriel García Márquez cuando se creó el ministerio estuvieran aflorando ahora. Sin darme cuenta la carrera que fui construyendo como educador me llevó a liderar esta institución. Creo que lo que se hizo, se hizo bien. Salgo muy orgulloso. Una puerta se cierra, pero es posible que se abra una ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario