De EL TIEMPO | Por Felipe Riaño Jaramillo
Si ustedes le quitan YouTube, Instagram o Facebook a algunos influenciadores, ¿Qué les quedaría? Nada. Y ¿por qué? Porque gran parte de estos influenciadores llaman la atención con poco talento que sustenta un pobre contenido con el fin de valerse de unos cuántos ‘likes’ y ‘follows’.
Si bien Facebook fue la primera red social en volverse masiva a nivel mundial, se puede afirmar que Instagram y YouTube fueron sus precursores: se convirtieron en dos de los grandes pilares de las redes sociales y el mundo digital. El crecimiento de estas plataformas hizo que surgiera una nueva profesión para el mercado internacional y es la de los ‘influencers: un mercado que mueve, al año, alrededor de 1.500 millones de dólares gracias a los 20 millones de personas que trabajan en esto en todo el mundo.
POCO A POCO ESTA NUEVA FIGURA EMPIEZA A TOMAR MÁS Y MÁS RELEVANCIA EN EL MERCADO.
Las marcas ven en las redes sociales de los ‘influencers’ una manera de pautar sus productos y servicios de forma más orgánica y más económica que en los canales tradicionales. Las empresas buscan a estos generadores de contenido para grandes campañas publicitarias y ellos se convierten en un modelo a seguir para quienes sueñan con seguir sus pasos.
Pero ¿Qué está pasando actualmente en el mercado de los influenciadores a nivel internacional?
Al volverse un tema de aspiración, muchas personas quieren ser influenciadores, pero, lamentablemente, gran parte de ellas no entienden la gran responsabilidad de conlleva esta labor.
"Un influenciador no se mide a través de los ‘likes’ o ‘followers’, sino por el efecto que tiene sobre su entorno y el poder de modificar el comportamiento de quienes lo rodean, sin depender de algún tipo de plataformas."
La conclusión es que las ganas de ser ‘influencers’ han hecho que se confunda ‘popularidad’ con ‘influencia’. El confundir ser ‘popular’ con ‘influenciar’ surgen los ‘pseudo-influenciadores’, quienes se dedican a compartir lo que denominamos como el ‘McContent’. Es decir, contenido de consumo rápido, facilista, ‘light’ y dañino para la salud tanto de las empresas como de las audiencias. Existen influenciadores que realmente sí generan réditos desde su profesión y con el uso de plataformas digitales, pero los ‘pseudo-influencers’ tienen mucha forma, aunque cero fondo.
Estos últimos tienden a disfrazar su poco talento y riqueza cultural e intelectual, con un contenido visual bastante atractivo y con un ‘look and feel’ que los haga lucir deseables y cercanos, logrando producir un alto nivel de popularidad.
Influenciar va más allá de postear por postear: la tendencia ha llevado a que los ‘pseudo-influencers’ hablen acerca de ciertos temas que están muy lejos de su profesión o experiencia.
Preocupa que los ‘pseudo-influencers’ brindan consejos de nutrición, sin ser especialistas en esa materia. O dan ‘tips’ sobre cuestiones psicológicas, emocionales, espirituales, entre otros temas, solo porque es tendencia, sabiendo que no son expertos. Y es que las audiencias, con su carencia de pensamiento crítico, sigan sus consejos y distorsionan la realidad de la virtualidad. Las personas deben entender que si desean seguir esta profesión tienen que cuidarse de caer en la ‘pseudo-influencia’, dado que se posicionan como el nuevo charlatán del siglo XXI.
Así que si usted desea convertirse en un influenciador, pregúntese: si las plataformas dejaran de existir, ¿seguiría siendo una influencia?
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